Cannabis medicinal en la Argentina: una oportunidad de USD 1.000 millones en los próximos 10 años
Por Pablo Fazio, Presidente de ARGENCANN
Según el último reporte global publicado en noviembre de 2019 por la prestigiosa consultora especializada Prohibition Partners, para 2024 el mercado global del cannabis medicinal ascenderá a US$ 62,7 mil millones anuales, acompañado por un desarrollo legislativo internacional que irá acelerándose a un ritmo mucho más veloz que el actual.
El valor de mercado previsto para América Latina proyecta un ritmo acelerado de crecimiento y sugiere que existe una importante oportunidad de negocios para cubrir la demanda agregada regional, presentando así el desafío de salir a competir fronteras afuera.
El fenómeno del cannabis medicinal es un hecho innegable a nivel planetario. En Argentina es un tema que tiene un amplio consenso en nuestra sociedad; basta sólo recordar la unanimidad con la que la ley de cannabis medicinal (27.350) fue sancionada por ambas Cámaras en el Congreso de la Nación. A su marcada legitimidad científica y social, debe seguirle la construcción de otra legitimidad edificada sobre políticas públicas y regulatorias que garanticen productos accesibles, seguros y legales.
Hay copiosa evidencia de su eficacia como tratamiento para ciertas enfermedades y sus beneficios como medicación alternativa, su seguridad, baja toxicidad y poder paliativo del dolor; impactando positivamente en la calidad de vida de muchos pacientes, usuarios y familias enteras. A su paso, la industria farmacéutica viene otorgando mayor preponderancia a los fitomedicamentos conforme continúan los avances en su investigación y desarrollo.
Se han descubierto propiedades con potencial antiinflamatorio, analgésico, neuroprotector, anticonvulsivante, relajante muscular, estimulante de la formación y crecimiento óseo, anti-náusea, antiespasmódico intestinal, estimulante o inhibidor del apetito, ansiolítico, antipsicótico, facilitador del sueño, inmunomodulador, antioxidante, preventivo de la recaída y del síndrome de abstinencia en dependencias químicas.
Las más reputadas instituciones científicas y académicas del mundo vienen conduciendo estudios para su uso en un sinnúmero de patologías, y las mejoras que produce el consumo de sus derivados en pacientes con autismo, epilepsia refractaria, mal de parkinson, fibromialgia, espasmos dolorosos, esclerosis múltiple, artritis reumatoide, estrés postraumático, ansiedad, insomnio, adicciones a algunos químicos, dolor crónico, neuropático, metastásico, la migraña, psoriasis, lupus, esclerodermia, glaucoma de ángulo abierto, etc; siendo en todos los casos imprescindible la consulta médica previa, ya que cada paciente responde de manera diferente a los tratamientos.
Un gran hito en la validación científica de su uso medicinal fue la aprobación de un medicamento (Epidiolex) a base de cannabinoides (CBD) por la Food and Drug Administration de EE.UU hace poco más de dos años atrás. El órgano regulatorio también aprobó tres medicamentos que contienen THC sintético o sustancias parecidas para el tratamiento de la anorexia en pacientes con SIDA y el vómito inducido por la quimioterapia en pacientes con cáncer.
Los usos terapéuticos de la planta y el sistema endocannabinoide, nos ponen frente a un horizonte novedoso en el que todo está por desarrollarse e investigarse. Disponemos de los recursos humanos, académicos e institucionales para realizarlo. Sólo falta una decisión política, que la sociedad espera hace años.
Esta agenda verde de desarrollo científico, técnico y económico que el cannabis le plantea a Argentina es de una enorme riqueza para la puesta en valor de la cooperación empresarial con la ciencia y la estructuración público privada, como motores de esta nueva industria.
Nuestra actividad puede erigirse como una oportunidad país de cara a los desafíos del futuro, siendo parte de una política de crecimiento de modelo abierto, que ubique a la ciencia y a la tecnología en el centro de la escena, posibilitando la conformación de clusters agroindustriales y tecnológicos en torno a su producción primaria. Podemos transformarla en desarrollo de propiedad intelectual, bienes y servicios con valor agregado susceptibles de ser exportados, que colaboren a achicar una histórica restricción externa en materia de divisas que Argentina no ha conseguido solucionar.
La realidad económica que dejará la post pandemia demandará la creación de nuevas empresas, puestos de trabajo y modelos de negocio disruptivos que ofrezcan soluciones como las que la industria del cannabis está en condiciones de aportar. Nadie puede pensar con seriedad que lo conseguiremos dando la espalda a la iniciativa privada y que lo podremos realizar sin su aporte, impronta y vigor.
Somos un sector naciente que tiene una visión compartida, que visualiza su oportunidad en el mundo, que tiene el entusiasmo y el conocimiento para hacerlo. Sólo debemos dejar despertar esta actividad dándole un marco regulatorio apropiado y seguridad jurídica. Si lo logramos, las empresas y el ecosistema emprendedor del cannabis de nuestro país dará sobradas muestras de lo que es capaz de realizar.
Es preciso determinación y flexibilidad por parte de las autoridades para responder a las nuevas necesidades sociales, políticas y económicas del siglo XXI.
Es la hora. Hay poco margen más para continuar postergando la toma de decisiones sobre esta agenda de políticas públicas. El mundo no espera. En un entorno competitivo, muchas veces las cosas no sólo hay que hacerlas bien, sino también oportunamente. Tenemos sobre la mesa la chance de generar un billón de dólares de exportaciones en los próximos 10 años. Sólo depende de nosotros aprovecharla.